Un susto matutino

Un susto matutino

Esta mañana he tenido un pequeño susto, pero en eso se ha quedado, estoy muy bien pero por otro lado me ha permitido conocer de primera mano un poco el sistema sanitario sueco.

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Muy buenas, soy Dani y esto es Haciendo el Sueco. Hoy es lunes 6 de octubre de 2025 y te escribo desde Uppsala. Estoy en la calle, a punto de comprar algo para comer antes de empezar la producción en la junta del ayuntamiento.

El día ha empezado con un pequeño susto. Y lo cuento para que nadie se alarme, especialmente mi madre, mi hermana o quien me lea: todo está bien. No ha pasado nada grave, ha sido algo puntual, pero sí me dejó inquieto.

Poco antes de las siete de la mañana me desperté notando algo extraño. Palpitaciones en la cabeza, como si el corazón latiera más rápido de lo normal. Mi Apple Watch marcaba 90 pulsaciones —cuando lo normal para mí al dormir son entre 50 y 60—. Pensé que podría ser una pesadilla, aunque no había soñado nada raro, salvo con Rico, el perrete de mis antiguos jefes, y algún que otro tema de Hacienda sueca (eso sí que da pesadillas).

A los pocos minutos las pulsaciones subieron a 120. Me repetí “no te alarmes, respira” e intenté relajarme, pero llegué a 160 y, finalmente, a 170. Ahí decidí llamar a la ambulancia.

En menos de diez minutos llegaron dos enfermeras con sus iPads para hacerme un electrocardiograma y enviar los datos en tiempo real al hospital. Por suerte todo salió bien: nada fuera de lo normal. Me recomendaron simplemente ir a mi médico de cabecera para que me coloque un monitor Holter y comprobar en 24 o 48 horas si hay alguna anomalía. Ahora mismo mis pulsaciones están otra vez en 60 y algo. Estoy bien, solo un pequeño susto y la presión algo alta, sin dolor ni síntomas adicionales.

Hasta Chat, mi marido, se quedó sorprendido del aspecto de las enfermeras: rubias, guapas y atléticas, como sacadas de una película sueca de los 60. “No parecen enfermeras, parecen modelos”, me dijo. Suecia tiene esas cosas.

Pensar en lo importante

Este episodio me hizo recordar algo que comentaba hace unos capítulos Ernesto Acosta en su podcast: la importancia de dejar las cosas organizadas por si algún día no estamos. Mientras esperaba la ambulancia hice una lista de pagos y contraseñas y compartí un documento seguro con Chat para que, en caso de emergencia, alguien pudiera gestionar las cosas básicas.

Es un tema duro del que casi nunca hablamos, pero es necesario. Cuando mi padre murió quedaron muchos papeles y pagos en el aire, y eso complica aún más esos momentos. Tal vez este relato sirva para que tú también lo pienses: dejar las cosas ordenadas es un acto de cuidado hacia los que se quedan.

Todo bien, seguimos adelante

Así que, tranquilidad. Estoy bien, fue solo un susto. Gracias por acompañarme y por leer hasta aquí. Y como siempre, gracias por compartir tu tiempo conmigo. Nos escuchamos, nos leemos y nos vemos muy pronto. Ya queda menos para las JPOD, ¡ahí nos encontraremos!

Un fuerte abrazo,
Dani