Sabores con historia — Parte 4

Chinatown, Song Wat y la calle: el corazón de la comida urbana tailandesa
Si Bangkok es conocida como una de las capitales mundiales del street food, buena parte de ese mérito se lo debe a un lugar muy concreto: Chinatown (เยาวราช / Yaowarat) y, en especial, a las calles comerciales que lo rodean, como Song Wat. Allí, desde hace más de un siglo, se gestó la cultura de la comida callejera tal y como la conocemos hoy en Tailandia: bulliciosa, accesible, diversa y profundamente marcada por la migración china.
La revista ศิลปวัฒนธรรม (Silpa Wattanatham) ha dedicado varios reportajes a la historia de estos barrios, a sus negocios centenarios y a cómo moldearon el imaginario gastronómico del país.
1) De los puertos al mercado: el papel del río
Bangkok nació como una ciudad de canales y comercio fluvial. Song Wat, junto al río Chao Phraya, se consolidó a finales del siglo XIX como un centro neurálgico de importación y distribución de alimentos: pescado seco, especias, arroz, harina y productos en conserva.
En torno a esos almacenes surgieron también puestos de comida para trabajadores y mercaderes, donde los fideos, sopas y bollos al vapor ofrecían energía rápida y barata. Lo que en un principio era un servicio para estibadores se convirtió poco a poco en un ecosistema gastronómico en sí mismo.
2) La influencia china en la mesa tailandesa
Las comunidades teochew y hokkien, llegadas de China, fueron protagonistas en la creación de una nueva manera de comer en la ciudad:
- Técnicas de wok: salteados rápidos que hoy son parte inseparable de la cocina tailandesa.
- Sopas claras de fideos: antecesoras directas de los guay teow que vimos en la Parte 3.
- Panecillos y dim sum: los salapao (bollos al vapor) y los khanom jeeb (dumplings) pasaron a formar parte del repertorio urbano.
- Conservas y embutidos: salchichas secas, pescado fermentado y otros productos que aportaban proteína en tiempos de escasez.



Lo interesante es que estas aportaciones no se mantuvieron aisladas como “comida china”, sino que se mezclaron con ingredientes locales, chilis, hierbas tailandesas y salsas de pescado, dando origen a algo nuevo.
3) Negocios centenarios en Song Wat
Los artículos de Silpa Wattanatham han documentado varias de las tiendas más antiguas del barrio, muchas aún en pie:

- Fábricas familiares de salchichas al estilo chino, con más de 80 años de historia.
- Restaurantes especializados en ganso estofado y sopas de fideos con albóndigas de pescado.
- Panaderías que llevan un siglo preparando salapao con recetas transmitidas de generación en generación.
Estos lugares no son solo restaurantes: son auténticos museos vivos de gastronomía. Cada negocio cuenta una historia de migración, adaptación y continuidad cultural.
4) La calle como escenario social
Más allá de los platos, lo revolucionario fue la idea de comer en la calle. En Occidente, la calle se asociaba a lo marginal; en Bangkok, se convirtió en un espacio central de sociabilidad.
- Comer en puestos se volvió normal y cotidiano, no un signo de pobreza.
- La calle ofrecía variedad: en una misma manzana podías encontrar sopa, currys rápidos, postres y fruta fresca.
- Comer en grupo, de pie o en taburetes improvisados, reforzaba el sentido comunitario.

Este modelo pronto se extendió a toda la ciudad y hoy es uno de los símbolos más reconocibles de Tailandia.
5) El prestigio del street food
Lo curioso es que, con el tiempo, lo que nació como comida de trabajadores se convirtió en un elemento de prestigio cultural. Revistas internacionales, documentales y guías gastronómicas colocaron a Bangkok en el mapa del street food mundial.
Incluso algunos puestos de Chinatown han llegado a recibir estrellas Michelin, algo impensable hace unas décadas, cuando se los veía como opciones humildes. Esto demuestra que la frontera entre “alta cocina” y “comida popular” en Tailandia es muy difusa.
6) Chinatown hoy: tradición y reinvención
Hoy, Yaowarat y Song Wat siguen siendo epicentro de gastronomía urbana, pero también están viviendo una transformación:
- Nuevas generaciones de chefs reinterpretan recetas familiares con técnicas modernas.
- El turismo internacional ha multiplicado la visibilidad de la zona.
- Algunas tiendas centenarias han cerrado, pero otras resisten como testigos de la historia.
Lo esencial permanece: la sensación de que comer en Chinatown es vivir Bangkok en estado puro, con todos sus contrastes de modernidad y tradición.
Conclusión
La historia de Chinatown y Song Wat demuestra que la cocina tailandesa no puede entenderse sin la calle, sin el bullicio de los mercados ni sin la influencia de las comunidades chinas que trajeron técnicas y productos decisivos.
Allí nació una forma de comer que definió a la ciudad y que hoy es emblema de Tailandia en el mundo: el street food como espacio de encuentro, de diversidad y de memoria viva.
Y no, Nueva York no es la ciudad que nunca duerme; ese título, por méritos propios, sobretodo por la comida callejera, le pertenece a Bangkok.