Qué se come cuando estás enfermo: Tailandia vs España

Cuando uno se pone enfermo, no solo busca medicina o reposo, también busca esa comida reconfortante que parece abrazarte desde dentro. Lo curioso es que lo que en un país se entiende como “plato de enfermo” en otro puede sonar rarísimo. Y si no, que se lo digan a los españoles y a los tailandeses, que parecen vivir en universos paralelos cuando se trata de combatir un resfriado con cuchara.
En España: el reino de lo suave
Cualquiera que se haya criado en España sabe de qué hablo. Si dices que estás resfriado o con fiebre, la reacción automática es:
• Un buen caldo de pollo: humeante, transparente, con un poco de arroz o fideos finos.
• Puré de verduras o de patata: blandito, que no moleste al estómago.
• Arroz blanco sin nada: porque “mejor que no te siente mal”.
• Infusiones o leche con miel: para suavizar la garganta.
La lógica es clara: cuanto menos sabor, mejor. Todo templado, suave, sin sobresaltos. Es como decirle al cuerpo: “no hagas esfuerzo, descansa”.
Ahora, entre tú y yo, a veces esa comida sabe tan poco que uno no sabe si se está curando o castigando.
En Tailandia: el ataque directo al resfriado
Y entonces llegas a Tailandia y descubres que allí la filosofía es completamente distinta. Aquí no se trata de dejar al cuerpo en paz, sino de atacar a la enfermedad de frente. ¿Cómo? Pues con calor, hierbas medicinales y, sobre todo, mucho picante.
• Khao tom (ข้าวต้ม): una sopa de arroz ligera con pollo, cerdo o pescado, acompañada de jengibre fresco y un toque de salsa de pescado.
• Tom yam (ต้มยำ): la sopa más famosa, ácida y picante, con hierba limón, galanga, lima kaffir y chiles. El objetivo: sudar hasta que la congestión salga corriendo.
• Jengibre y ajo en casi todo: porque se consideran medicina pura.
• Infusiones herbales: té de jengibre, de bael (matoom) o incluso de hierbas amargas que saben a rayos pero te dejan como nuevo.
En resumen, en España el resfriado se “arropa”. En Tailandia, se expulsa a patadas de sudor y especias.
Mi choque cultural con la comida de enfermo
Yo era bastante reacio a dejar que Chat me cocinara “comida de enfermo” al estilo tailandés. Estaba acostumbrado a mis calditos de pollo españoles, sin sabor, casi transparentes, que te reconfortaban como una manta fina. Así que cuando me vio tirado en el sofá, moqueando y con cara de “pobre de mí”, pensé que iba a caerme encima un caldo aguado…
Pero no.
Chat apareció con un plato que parecía sacado de un templo budista dedicado a curar resfriados: arroz riceberry con jengibre, pimienta negra, huevo, gambas, cilantro y salsa de pescado. Yo lo miraba con cierta desconfianza, pensando: “esto no es comida de enfermo, esto es un banquete… ¿me quiere curar o asustar?”
Spoiler: me curó.
Ingrediente por ingrediente: medicina en el plato
Ese plato fue toda una lección de gastronomía medicinal. Porque cada ingrediente tenía un propósito:
• Arroz riceberry: este arroz morado tailandés es rico en antioxidantes (antocianinas) y aporta energía suave, perfecta para un cuerpo debilitado. No irrita el estómago y, además, tiene un sabor más interesante que el arroz blanco plano de toda la vida. Tienes un artículo a fondo aquí: https://blog.danielaragay.net/riceberry-el-superarroz-tailandes/
• Jengibre: el auténtico guerrero contra resfriados. Anti-inflamatorio, calmante para la garganta y un sudorífico natural. En cuanto lo pruebas, notas cómo empieza a abrirse la nariz.
• Pimienta negra: estimula la circulación, ayuda a descongestionar y potencia la absorción de nutrientes. Además, te da ese toque de calor que te hace sentir vivo otra vez.
• Huevo: proteínas fáciles de digerir, energía limpia y vitamina D para reforzar el sistema inmunológico. Básicamente, el empujón que te levanta del sofá.
• Gambas: además de ser ligeras y sabrosas, aportan zinc, un mineral clave para acortar la duración de resfriados.
• Cilantro: frescor, digestión ligera y vitamina C natural. Un pequeño chute de defensas.
• Salsa de pescado: el toque salado y umami, pero también una manera de reponer electrolitos como el sodio, que se pierden cuando sudas con fiebre. Tienes un artículo a fondo aquí: https://blog.danielaragay.net/nam-pla-la-salsa-de-pescado-tailandesa/
La primera cucharada me abrió la nariz, el calor del jengibre me hizo sudar y la pimienta me devolvió energía. Aquello no era “comida de enfermo”, era casi un exorcismo culinario.
Conclusión: ¿me quedo con España o con Tailandia?
Después de esa experiencia, lo tengo claro: me quedo con la versión tailandesa. No porque reniegue de mis calditos de pollo, que tienen su gracia, pero admitámoslo: muchas veces son tan insípidos que uno se deprime más de lo que se cura.
La cocina tailandesa, en cambio, entiende la enfermedad como algo que hay que expulsar, y lo hace con color, sabor, picante y hierbas medicinales. Y sí, sudas, lloras y moqueas mientras comes, pero al final sientes que tu cuerpo se ha sacudido el resfriado.
Quizás lo mejor sea no elegir: un día sopa de arroz blanco al estilo español, otro día sopa tailandesa con jengibre y chile. Pero si me das a escoger, yo me quedo con la versión picante, sabrosa y guerrera de Tailandia. Porque cuando estoy enfermo, prefiero sentir que la comida me está ayudando a luchar, no que me está velando como si ya me hubiera rendido.