Maxida Märak: Arte, activismo y orgullo sámi

Maxida Märak: Arte, activismo y orgullo sámi
Foto Sveriges Radio

Introducción

Märak (nacida el 17 de septiembre de 1988) es una artista sueco-sámi reconocida por su poderosa voz y su inquebrantable activismo . Rapera, cantante de joik (el canto tradicional del pueblo sámi) y actriz, Märak ha forjado una carrera híbrida que une la tradición indígena con la modernidad urbana. Su música fusiona ritmos de hip hop contemporáneo con la herencia ancestral sámi, creando un estilo único que trasciende géneros y fronteras culturales. Además de su faceta artística, Maxida Märak se ha convertido en un símbolo de resistencia y defensa de los derechos del pueblo sámi, al mismo tiempo que alza la voz como figura feminista en la escena cultural sueca. A continuación, exploramos su vida, obra e impacto en la sociedad, en un recorrido biográfico que revela por qué es una de las “suecas inolvidables” de nuestro tiempo.

Raíces sámi y primeros años

Märak nació en Estocolmo, pero sus raíces familiares y culturales se hunden en Sápmi, la región tradicional del pueblo sámi que abarca el norte de Suecia, Noruega, Finlandia y parte de Rusia. Creció alternando su vida entre la capital sueca y Jokkmokk, una localidad lapona en el círculo polar ártico . Esta doble crianza urbana y rural le dio a Maxida una perspectiva única: por un lado, la conexión profunda con la naturaleza y las costumbres sámi de Jokkmokk; por otro, la experiencia de la vida moderna en Estocolmo.

La herencia sámi de Märak está marcada por su familia. Es nieta del célebre joiker Johan Märak, quien en su época fue considerado un rebelde por entonar joiks en la iglesia de Jokkmokk, desafiando convenciones . Desde niña, Maxida aprendió de forma natural el arte del joik, esa forma de canto ancestral que evoca paisajes, animales y personas a través de la voz. La música y la actuación corren por la sangre de su familia, y ella no fue la excepción: “Siempre supe que podía cantar, es algo innato en mí; todos en mi familia son bastante musicales y buenos actores”, ha comentado . Durante su infancia y juventud absorbió tanto la tradición sámi –aprendiendo cantos y leyendas de sus mayores– como las influencias de la cultura popular contemporánea. Un tío suyo que trabajaba en la industria musical la introdujo al hip hop, regalándole discos que abrieron sus oídos a nuevos sonidos . Así, desde temprana edad Maxida exploró en paralelo dos mundos sonoros: el joik tradicional y la música urbana moderna.

Trayectoria artística: entre el joik y el hip hop

El camino artístico de Maxida Märak se distingue por su fusión de lo tradicional con lo contemporáneo. Paradójicamente, sus primeros pasos en los escenarios fueron como actriz. De joven trabajó en un teatro en Jokkmokk, donde participó en una producción sobre la problemática minera en territorio sámi . En esa instancia le encargaron componer música para la obra, una tarea que se convirtió en catalizador de su carrera musical. Märak adaptó una canción del cantautor estadounidense Steve Earle, traduciendo su mensaje al contexto local: “Era increíble escuchar a alguien en EE.UU. cantar sobre exactamente lo que vivíamos en Jokkmokk”, recuerda, sobre una balada cuyo tema –la defensa de la tierra– resonaba con la lucha de su pueblo . La adaptación gustó tanto que derivó en un proyecto musical más grande: junto a su madrina Kajsa y la banda sueca Downhill Bluegrass Band, Maxida grabó en 2014 un álbum completo de bluegrass fusionado con joik, titulado Mountain Songs and Other Stories . Esta inusual combinación de bluegrass (música folk estadounidense) con lengua y melodías sámi fue un experimento atrevido y un “proyecto lingüístico apasionante”, como ella lo describe, aunque luego admitiría que aquel estilo “no era exactamente yo” .

Tras esta incursión inicial, Maxida Märak encontró su verdadera voz al presentarse en el escenario como sí misma, con su propia música y mensaje. Empezó a mezclar la fuerza rítmica del rap y la electrónica con la emotividad del joik tradicional, creando lo que ella ha denominado “club-jojk” –un joik adaptado a la pista de baile– . Su sonido se caracteriza por beats electrónicos pesados, rimas filosas y un joik potentísimo que sobrepasa lo habitual . El resultado es una propuesta musical que puede ser a la vez furiosa y visceral, pero también sensual y poética, con letras que abarcan desde la rabia ante la injusticia hasta el anhelo y la búsqueda de la felicidad . “Sápmi (la tierra sámi) es siempre la norma para mí –probablemente soy la única que aporta la perspectiva sámi dentro del hip hop”, explica Maxida sobre su identidad artística . En sus canciones abundan referencias a la naturaleza ártica y la espiritualidad indígena (menciona seres subterráneos, cuervos, águilas) integradas en narrativas actuales . Esta mezcla única le ha permitido abrirse camino en festivales y clubes de toda Suecia: a base de perseverancia, se promocionó ella misma y ganó reputación como una potente artista en vivo, capaz de cautivar al público con su energía indómita.

Además de la música, Märak ha incursionado en diferentes ramas del arte. En 2014 participó en el programa de televisión Sápmi Sessions de la cadena pública SVT, donde colaboró con artistas de hip hop para combinar géneros y culturas. Ese mismo año también se dio a conocer como actriz de voz y compositora en la radionovela Dagbok från Gallok (“Diario de Gallok”), basada en las protestas mineras en territorio sámi . Tiempo después, en 2016, Maxida aparecería en la serie de televisión Midnattssol (Midnight Sun) interpretando a Evelina Geatki, un personaje claramente inspirado en ella misma: una poeta y activista sámi. Incluso incursionó en el cine, con un papel en la película sueca Glada hälsningar från Missångerträsk (2015). Sin embargo, con humildad y humor Märak ha señalado que la actuación no es su prioridad, salvo excepciones: “Si surge algo muy fuerte, como Midnattssol –donde el personaje estaba basado en mí–, sería raro que no lo hiciera; pero hoy por hoy me considero ante todo música y productora” . Esto refleja su decisión de enfocarse en la música como vía principal de expresión.

Arte y activismo: la lucha por los derechos sámi

Desde sus inicios, Maxida Märak dejó claro que su arte estaría estrechamente vinculado al activismo. Ella misma se define como una “activista política indígena” y nunca ha separado su compromiso social de su faceta artística. Su obra y su vida han estado marcadas por la defensa de los derechos del pueblo sámi, especialmente en temas de tierra y autodeterminación. Un hito temprano fue su involucramiento en las protestas contra la minera de hierro en Kallak (Gállok), en el norte de Suecia. A comienzos de la década de 2010, empresas extractivas planearon explotar un yacimiento en tierras tradicionalmente utilizadas por pastores de renos sámi, lo que provocó la movilización de la comunidad indígena y sus aliados. Maxida Märak se unió a esa lucha: participó activamente en manifestaciones para frenar la mina , convirtiéndose en una de las voces más visibles de la resistencia. En 2014, en plena efervescencia del debate minero, grabó el álbum Mountain Songs and Other Stories junto al grupo Downhill Bluegrass Band como una contribución artística al movimiento de protesta . Cada canción de ese disco era una declaración en defensa de la naturaleza y la cultura sámi, demostrando cómo la música puede ser una herramienta poderosa de concienciación y cambio social.

La combatividad de Märak en este y otros frentes le ha valido tanto admiración como oposición. Ella no teme provocar incomodidad cuando se trata de injusticias: “Soy una persona directa, muy clara con lo que quiero y lo que no estoy dispuesta a hacer”, afirma . Esta franqueza le ha acarreado enfrentamientos con aquellos que quisieran silenciar las reivindicaciones sámi. En su canción “Backa bak” (2016), por ejemplo, ella misma cita los insultos y estereotipos con que algunos detractores la han atacado: “activista, artista – una gamberra; […] decían que era una terrorista sámi […] una diva descarada, una ‘niña zorra’…” . Lejos de amedrentarse, Märak responde en la letra con determinación: “Da un paso atrás… si se acercan de nuevo, los ahuyentaré de vuelta”. Esta pieza se ha convertido en un himno de empoderamiento sámi, mostrando que Maxida está dispuesta a dar pelea en defensa de su pueblo. “Sigo luchando y defendiéndome, de distintas maneras, hasta el día de hoy”, declara sobre su realidad como activista incansable .

Una de sus convicciones es que la lucha indígena no debe limitarse a Sápmi. Märak insiste en llevar el mensaje sámi más allá de “los bosques del norte”. “No basta con dar la batalla solo en Sápmi, solo por Sápmi, solo en el bosque. Hay que darla allí, sí –pero no solo allí. En el bosque, al final, nadie puede oírte gritar”, escribió en una columna para el portal Politism.se . Con estas palabras enfatiza la importancia de visibilizar la causa sámi en el escenario nacional e internacional. Fiel a esa idea, Maxida ha utilizado plataformas de gran alcance para difundir su mensaje: en 2015 fue invitada a presentar su historia y sus ideas en el popular programa de radio Sommar i P1 de Sveriges Radio , un honor reservado a personalidades destacadas en Suecia. En ese monólogo radiofónico de una hora, compartió con franqueza sus experiencias como mujer sámi, artista y madre, sensibilizando a muchos oyentes sobre las injusticias históricas y contemporáneas que enfrenta su comunidad.

Una voz feminista y combativa

Además de ser un símbolo de la resistencia indígena, Maxida Märak también es reconocida como una figura feminista dentro de la cultura sueca. Su postura feminista se refleja en su trabajo, sus declaraciones públicas y su forma de abrir camino en industrias tradicionalmente dominadas por hombres. En la escena del hip hop, por ejemplo, Märak ha sabido aprovechar la estética “dura” y confrontativa del género para lanzar críticas al patriarcado. Sus primeras canciones en sueco, como “Mitt största fan” (“Mi fan más grande”) o “Dansa hur jag vill” (“Bailo como quiero”), abordan abiertamente el sexismo en la industria musical, afirmando el derecho de las mujeres (y de ella misma) a expresarse y actuar “como les dé la gana”, sin pedir permiso . Estas letras desafían las normas de género del hip hop y encajan en lo que algunos académicos han denominado “feminismo hip-hop sueco”, una corriente en la que las raperas incorporan la agresividad típica del rap como medio para entregar un mensaje feminista contundente . “Todos los cerdos sexistas serán sacrificados”, era una consigna provocadora mencionada en un estudio sobre el movimiento; y en efecto, la actitud y lírica de Maxida apuntan a derribar el machismo tanto en la sociedad como en el propio ámbito musical.

Märak ha hablado en múltiples ocasiones sobre las intersecciones entre la opresión de género, la opresión étnica y la opresión económica. Su condición de mujer indígena la coloca en la primera línea de varios frentes de lucha a la vez. Consciente de ello, ha usado su visibilidad para denunciar no solo el racismo contra los sámi sino también la violencia patriarcal y las expectativas restrictivas impuestas a las mujeres. Es frecuente verla abordar temas como el respeto a la autonomía femenina, la crítica al sexismo cotidiano y la necesidad de espacios seguros y de igualdad en la escena artística. Maxida también ha colaborado con plataformas feministas y antirracistas: por ejemplo, fue columnista en Politism.se, un portal sueco de corte feminista, antirracista y crítico del poder, donde sus textos y entrevistas animaban a convertir el compromiso en acción . Para ella, el arte y el activismo van de la mano: “Si puedes hacer de tu compromiso tu profesión, y usar todas tus habilidades en ello, ¿acaso no es genial?”, dijo retóricamente refiriéndose a cómo ha integrado su militancia con su carrera musical . Esta coherencia entre su vida personal, su discurso político y su obra artística la ha consolidado como un referente de feminismo indígena en Escandinavia.

Ser una voz feminista y sámi visible en los medios no ha estado exento de costos personales. Maxida Märak ha enfrentado campañas de odio en redes sociales y comentarios racistas o misóginos de detractores. Le han preguntado cómo lidia con el odio en línea, a lo que ella respondió que “los ha logrado quebrar”, dándoles a entender que no lograrán callarla . Con su fuerza física (es conocida por su imagen atlética) y su voz poderosa, proyecta una imagen de “mujer guerrera” que inspira a otras a no rendirse. En el verano de 2020, su participación en el célebre programa Allsång på Skansen (un popular show musical televisado desde Estocolmo) tuvo un significado especial: interpretó joik y canciones sámi ante un público multitudinario, demostrando orgullo por su identidad. Para Märak, aparecer en un escenario tan emblemático fue “un tirón de orejas” a quienes siguen expresando racismo o ignorancia hacia los indígenas . En cada actuación importante, ella convierte su visibilidad en un acto político, normalizando la presencia sámi y femenina en espacios dominantes.

Reconocimientos y presencia en la cultura popular

Gracias a su talento y valentía, Maxida Märak ha cosechado diversos reconocimientos y ha logrado una notable presencia en la cultura popular sueca de los últimos años. Ya en 2014 –cuando su carrera despegaba– recibió el premio juvenil de la asociación sámi de Umeå, un galardón que destacó su temprana contribución a la cultura sámi . En 2015, como se mencionó, fue seleccionada para ser anfitriona de Sommar i P1, sumándose a la lista de personalidades influyentes que han contado su historia en ese prestigioso programa radiofónico . Ese mismo año, su vida y la de su hermana Mimie fueron objeto del documental televisivo Sápmi Sisters de SVT, una serie que siguió a las dos jóvenes sámi durante un año, mostrando sus desafíos y logros cotidianos . La emisión de Sápmi Sisters llevó la realidad del pueblo sámi a muchos hogares suecos, incrementando la familiaridad del público con su cultura.

En el ámbito musical, Märak alcanzó un público masivo en 2018 al participar en el concurso Melodifestivalen, el popular certamen nacional que Suecia realiza para escoger a su representante en Eurovisión. Aunque Maxida no competía como concursante, fue invitada a actuar como artista invitada en la gala de Andra Chansen (la repesca) y dejó boquiabierto al público con su versión modernizada de “Vill ni se en stjärna?” (¿Quieren ver una estrella?), un clásico de la legendaria Zarah Leander . Vestida con sus colores tradicionales y derrochando energía hip hop, Maxida convirtió aquel viejo schlager sueco en un número poderoso y contemporáneo. Gracias a esa actuación televisada a nivel nacional, y al revuelo positivo que generó, mucha gente descubrió su música por primera vez. Como señala un análisis, fue a raíz de 2015 y especialmente de 2018 cuando Märak “alcanzó a una audiencia más amplia” más allá de los círculos alternativos . De hecho, hoy es considerada la artista indígena más visible en la escena pop y rap de Suecia .

Su creciente popularidad la llevó a colaborar con figuras prominentes. En 2015, el grupo de rock sueco Mando Diao la invitó a cantar con ellos “Love Last Forever”, la canción oficial del Mundial de esquí nórdico de ese año . También ha prestado su voz a proyectos internacionales, como la canción “Eanan” del grupo canadiense A Tribe Called Red, que fusionó ritmos indígenas de distintos continentes. En 2017, Maxida fue nombrada directora artística de un proyecto cultural del club de fútbol Östersunds FK, aportando la perspectiva sámi a iniciativas de integración a través del arte . Y en 2018 dio el salto como presentadora: fue coanfitriona de la gala de los Premios Grammis (los Grammy suecos), compartiendo escenario con el cantante Magnus Carlson en la ceremonia televisada a todo el país . Estos hitos demuestran cómo su influencia se extendió a diversos rincones de la vida pública en Suecia.

En años recientes, Maxida Märak continuó lanzando música aclamada. Su álbum debut en solitario, Utopi (2019), consolidó su propuesta artística y temática. En este disco exploró asuntos personales como la maternidad, el amor y la pérdida, pero sin alejarse de la crítica social: las letras de Utopi abordan también la relación con la tierra, las diferencias de clase, la sexualidad y la identidad indígena. Críticos y académicos han analizado Utopi subrayando que en él se articula una resistencia a las opresiones coloniales, patriarcales y capitalistas, reflejando la conexión entre la música popular y la resistencia feminista e indígena en la actualidad . En palabras de una investigadora, Utopi presenta una visión donde “la tierra y la espiritualidad femenina sámi se construyen como la base del activismo feminista, anticapitalista y anticolonial” en la obra de Märak . Este reconocimiento académico reafirma la profundidad con la que Maxida integra mensaje político y arte. En 2021, su participación en el famoso programa de telerrealidad musical “Så mycket bättre” (versión sueca de The Best Singers) –donde varios artistas conviven y versionan canciones de los demás– la mostró ante millones de espectadores, reinterpretando temas de otros con su sello sámi. Y en 2024 presentó Anekdot, su esperado nuevo álbum, donde sorprende mostrando un lado más festivo, juguetón y sensual de la cultura sámi, demostrando así su versatilidad y ganas de romper estereotipos (incluso los propios) más allá de la imagen de “activista seria” que muchos asociaban con ella .

Impacto e importancia de su figura

La figura de Maxida Märak ha tenido un impacto significativo en la representación indígena dentro de la cultura escandinava contemporánea. En primer lugar, ha contribuido a dar visibilidad al pueblo sámi en espacios de la vida pública sueca donde antes apenas se les veía –sea en la radio nacional, en la televisión de entretenimiento, en festivales de música urbana o en premiaciones de la industria. Su presencia desafía antiguos estereotipos del indígena relegado al pasado o al folclore: Maxida aparece como una mujer sámi moderna, cosmopolita y empoderada, orgullosa de sus raíces pero también crítica y rebelde frente al status quo. Para muchos jóvenes sámi, ella se ha convertido en un modelo a seguir, demostrando que es posible mantener la identidad cultural y a la vez triunfar en el mundo contemporáneo sin concesiones. Al cantar en idiomas sámi y en sueco, y mezclar el joik con el rap, Märak creó puentes que acercan la cultura originaria a públicos que quizás no la conocían, fomentando así el respeto y la curiosidad por la herencia sámi.

Maxida también ha influido en la conversación sobre derechos indígenas y minorías en Suecia. Su franqueza al hablar de la discriminación, la ignorancia y el racismo que aún hoy enfrentan los sámi obligó a muchos a reflexionar. Como ella misma señaló, los sámi “todavía nos encontramos con mucha falta de conocimiento y racismo” en la sociedad, un problema que ella combate tanto con diálogo como con actos simbólicos (por ejemplo, ondeando la bandera sámi en eventos nacionales, vistiendo el gákti –el atuendo tradicional– en contextos pop, etc.). Esta normalización de lo sámi en la esfera pública es un paso importante hacia la inclusión y el reconocimiento. Asimismo, su insistencia en temas medioambientales –como la lucha contra minas y proyectos extractivos en tierras ancestrales– ha aportado una perspectiva indígena crucial al movimiento ecologista escandinavo, recordando la conexión profunda entre territorio, cultura y sustento que tienen los pueblos originarios.

En cuanto al feminismo, Märak encarna una interseccionalidad necesaria: la de ser mujer, indígena y trabajadora cultural simultáneamente. Su éxito abre puertas para que más mujeres indígenas ocupen lugares de relevancia en el arte y la sociedad. Además, su disposición a “dar la pelea” (tanto literal como metafóricamente) derriba el mito de la mujer sámi sumisa o exótica que algunos podrían tener; en su lugar, presenta a la mujer sámi como fuerte, estratégica, solidaria y plenamente contemporánea.

En resumen, Maxida Märak es más que una artista: es una voz imprescindible de la Suecia actual que clama por la justicia, la igualdad y el respeto a la diversidad. Con su música electrizante y su activismo apasionado, ha logrado inspirar a toda una generación dentro y fuera de la comunidad sámi. Su historia demuestra cómo el arte puede nacer de las tradiciones más antiguas y proyectarse hacia el futuro con un mensaje transformador. Por todo ello, Maxida Märak se inscribe con pleno derecho en nuestra serie de “Suecas inolvidables”, como un ejemplo luminoso de lucha, creatividad y autenticidad que trasciende fronteras. ¡Una mujer que, con su voz y convicción, seguirá resonando durante mucho tiempo en la memoria colectiva de Escandinavia y del mundo!