Evolución de la digitalización educativa en Suecia: del auge digital al regreso al papel

Cronología de la digitalización y su giro hacia lo analógico
- 2009: El gobierno sueco lanza una estrategia para modernizar la enseñanza con tecnologías digitales. Se invierten sumas multimillonarias para reducir el uso de libros impresos y migrar gran parte del aprendizaje a dispositivos electrónicos. Suecia se convierte así en uno de los países pioneros de la digitalización educativa acelerada.
- 2011-2016: Durante la primera mitad de la década de 2010, muchas escuelas suecas adoptan programas 1:1 (un dispositivo por alumno) con laptops y tabletas. El uso de tabletas incluso se extiende a preescolar, bajo la premisa de fomentar competencias digitales desde edad temprana. Se percibe en ese período un entusiasmo generalizado por incorporar programación, recursos multimedia e internet en el currículo.
- 2017: La entonces coalición de centroizquierda (primer ministro Stefan Löfven) aprueba una Estrategia Nacional de Digitalización para el sistema escolar (2017–2022). El objetivo declarado es ambicioso: “Suecia debe ser el mejor país del mundo en aprovechar las oportunidades de la digitalización”. En marzo de 2017 se decide una nueva versión del plan de estudios que integra la competencia digital (programación, alfabetización mediática, etc.), y en octubre se presenta la estrategia digital nacional, que entra en vigor el 1 de julio de 2018. A partir de entonces, todas las escuelas deben trabajar conforme a esta estrategia, introduciendo herramientas digitales en la enseñanza de todas las materias.
- 2018: Reforma curricular en preescolar. La actualización de la Läroplan (currículo) de educación infantil establece que “el personal deberá garantizar que cada niño pueda usar herramientas digitales” durante su formación. En otras palabras, se vuelve obligatoria la utilización de dispositivos digitales en jardines de infancia, con la idea de familiarizar a los niños desde temprana edad con la tecnología. Paralelamente, el gobierno encarga a la Agencia Nacional de Educación (Skolverket) digitalizar gradualmente los exámenes nacionales y trámites administrativos escolares, esperando modernizar también la evaluación y burocracia educativa.
- 2019-2020: Se despliegan libros de texto digitales y plataformas en línea en muchas aulas. Sin embargo, surgen también las primeras voces críticas. Algunos docentes y expertos advierten que la mera presencia de herramientas digitales no garantiza mejor aprendizaje y piden evaluaciones rigurosas. En 2020, la pandemia de COVID-19 obliga a una adopción masiva de la educación a distancia. Si bien acelera la alfabetización digital de alumnos y maestros, también evidencia desigualdades (brecha digital) y plantea interrogantes sobre efectos en la calidad educativa y el bienestar estudiantil.
- 2021: Señales de alarma en comprensión lectora. Los resultados suecos en el estudio internacional PIRLS 2021 (evaluación de lectura en 4.º grado) muestran un descenso significativo respecto a 2016. La puntuación promedio de Suecia cae de 555 a 544 puntos, una baja pequeña en términos porcentuales (~2%) pero simbólica dada la fuerte apuesta tecnológica. Aunque Suecia aún se ubica por encima de la media europea en lectura, expertos locales hablan de una “crisis de lectura” incipiente. Entre las posibles causas señaladas figuran la interrupción educativa por la pandemia y el aumento de estudiantes inmigrantes con otro idioma materno, pero también el uso excesivo de pantallas en el aula, que podría estar frenando el desarrollo de habilidades básicas, según advierten especialistas.

- Diciembre 2022: La Agencia Nacional de Educación presenta al gobierno un borrador de nueva Estrategia Digital 2023–2027, continuando la anterior. Sin embargo, tras las elecciones de septiembre 2022, llega al poder un nuevo gobierno de centroderecha (primer ministro Ulf Kristersson) que recibe este plan con escepticismo. La nueva ministra de Escuelas, Lotta Edholm, del Partido Liberal, ya había publicado un artículo criticando la “actitud acrítica que considera la digitalización algo bueno en sí mismo” y alertando que eso conllevó “dejar de lado los libros de texto, los cuales tienen ventajas que ninguna tableta puede sustituir”. Edholm, una acérrima crítica de la digitalización total, pone bajo revisión la estrategia digital pendiente.
- 15 de mayo de 2023: Punto de inflexión. Lotta Edholm anuncia la suspensión del plan nacional de educación digital que había sido presentado en 2022. En una rueda de prensa ese día, cancela la estrategia de digitalización escolar y redirige los fondos previstos a la compra y distribución de libros físicos. “Tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. Corremos el riesgo de ver una generación de analfabetos funcionales”, advirtió Edholm, vinculando el retroceso en comprensión lectora con el avance indiscriminado de las pantallas. El gobierno anuncia una inversión de 685 millones de coronas (≈60 millones de euros) en 2023 y 500 millones de coronas anuales (≈44 M€) en 2024 y 2025 para “acelerar la vuelta de los libros de texto a las aulas”, garantizando al menos un libro impreso por alumno y asignatura. “Esto forma parte del regreso de la lectura a la escuela, en detrimento del tiempo de pantalla”, declaró Edholm. La medida incluye pausas en nuevas compras de tecnología educativa, reevaluación de la utilidad pedagógica de las tablets en niveles iniciales y un giro hacia lo que el gobierno denomina “volver a lo básico” (enfatizar lectura, escritura y aritmética).
- Agosto 2023: Al inicio del año escolar 2023-24, las escuelas suecas ya reflejan el cambio de rumbo. Los docentes reducen el uso de tabletas e internet en clase, retomando prácticas tradicionales: más tiempo de lectura silenciosa, escritura a mano y libros impresos. Este rápido viraje responde directamente al mandato gubernamental y a las crecientes críticas de académicos y padres sobre la “hiperdigitalización” previa.
- Septiembre-Octubre 2023: El gobierno profundiza las medidas. En octubre 2023 se emite un encargo formal a Skolverket para modificar la currícula de preescolar, eliminando la obligatoriedad de las herramientas digitales con niños menores de 6 años. “Necesitamos ir de la pantalla al papel (de skärm a pärm, en sueco) y esto aplica especialmente a los más pequeños”, declaró el ministro Johan Pehrson, enfatizando la prioridad de entornos libres de pantallas en primera infancia. La ministra Edholm añadió: “Hay apoyo científico de que entornos sin pantallas crean mejores condiciones para que los niños desarrollen relaciones, se concentren y aprendan a leer y escribir”, por lo que la meta es que las actividades en preescolar sean mayoritariamente análogas. Se solicita a Skolverket proponer cambios para una “preescolar casi sin pantallas”, permitiendo herramientas digitales solo de forma muy selectiva y con evidencia pedagógica clara de su valor. Esta reorientación también toma en cuenta las directrices de la OMS, que desaconsejan más de 1 hora diaria de pantalla en niños menores de 5 años debido a impactos negativos en el desarrollo.
- Enero 2024: Se frena la digitalización de evaluaciones en primaria. El gobierno enmienda la misión de Skolverket respecto a los exámenes nacionales: decide que las pruebas de 3.º de primaria ya no se administrarán en formato digital sino en papel. Fundamentan la decisión en estudios que muestran que “los alumnos de los primeros cursos de primaria aprenden mejor usando lápiz, papel y libros físicos”, por lo que incluso las evaluaciones a esa edad deben ser analógicas.
- Febrero 2024: Las autoridades confirman que no adoptarán la estrategia de digitalización 2023–2027 propuesta por Skolverket. Tras la consulta pública, dicho plan recibió críticas de neurocientíficos y pediatras, lo que refuerza la determinación del gobierno de no seguir adelante con esa hoja de ruta previa. En paralelo, se modifican las instrucciones a la Agencia de Educación para que, además de promover la digitalización, preste especial atención a los riesgos asociados al uso de tecnología en las aulas.
- 2024-2025: Se impulsa una revisión curricular y de formación docente con vistas al futuro. En 2024 se encargan propuestas para reforzar la presencia de la lectura y la escritura en los planes de estudio, y ajustar los apartados sobre digitalización a la luz del desarrollo cognitivo infantil. También se reforma la formación inicial de maestros: a partir de 2025, los futuros docentes deben recibir entrenamiento específico en métodos de enseñanza con libros físicos y en la importancia de la escritura a mano, además de saber emplear tecnologías de forma crítica. Estudios citados por el gobierno muestran que “escribir a mano es importante para aprender a leer y deletrear”, y que la comprensión de textos extensos es mejor en papel que en pantalla. Por ello, se introducen objetivos en las carreras de magisterio para garantizar que los nuevos docentes sepan seleccionar y usar libros de texto físicos y fomentar ejercicios de caligrafía en clase.

En suma, en menos de dos décadas Suecia pasó de liderar la digitalización educativa a detener en seco esa tendencia y retornar parcialmente al papel. A continuación, se analizan las motivaciones y consecuencias de este giro: su impacto en el rendimiento estudiantil, la salud mental de los alumnos, y las perspectivas a futuro.
Impacto en el rendimiento académico: del entusiasmo digital a la “crisis de lectura”
La motivación principal declarada para replantear la digitalización fue el estancamiento e incluso deterioro en el rendimiento básico de los estudiantes, especialmente en lectura y escritura. Varios indicadores y análisis de expertos respaldan esta preocupación:
- Declive en comprensión lectora: Suecia, tradicionalmente fuerte en alfabetización, registró un descenso en pruebas internacionales. Entre PIRLS 2016 y 2021 la puntuación promedio de comprensión lectora en 4.º grado cayó de 555 a 544. Aunque la caída numérica fue moderada, la ministra Edholm la interpretó como señal de alerta de una posible “crisis de lectura”. “Es preocupante que la capacidad de lectura esté disminuyendo entre niños y jóvenes; las escuelas suecas deben volver a lo básico”, declaró, enfatizando la necesidad de recentrar la enseñanza en competencias fundamentales. Edholm y otros críticos vinculan explícitamente este retroceso con la hiperutilización de pantallas, argumentando que la lectura superficial en dispositivos puede estar desplazando la lectura profunda en papel.
- Estudios comparativos digital vs. papel: Investigaciones nacionales respaldan esas conclusiones. Un informe de la Agencia Nacional de Educación sueca (Skolverket, 2023) encontró que los alumnos que leen principalmente en pantalla tienen peor comprensión y capacidad de análisis que aquellos que leen en libros impresos. Asimismo, se observó menor retención de la información en quienes estudian con textos digitales. La lectura en pantallas parece más proclive a la distracción y a una interacción más superficial con el texto, lo cual coincide con hallazgos internacionales sobre diferencias cognitivas entre leer en papel y en formato digital. En contraste, los libros físicos favorecen una lectura más concentrada y profunda, crucial para el desarrollo del pensamiento crítico.
- Problemas de concentración y calidad del aprendizaje: Profesores suecos reportaron dificultades crecientes de atención en alumnos habituados a dispositivos. La exposición constante a pantallas podría reducir la capacidad de concentración y el pensamiento analítico de los estudiantes. El prestigioso Instituto Karolinska –casa de estudios de medicina e investigación en Suecia– emitió un comunicado contundente en 2023 afirmando que “hay evidencia científica clara de que las herramientas digitales lastran, en lugar de impulsar, el aprendizaje de los alumnos”. En su evaluación de la estrategia digital nacional, Karolinska instó a “recentrar el foco en la adquisición de conocimiento a través de textos impresos y la expertise de los maestros, en lugar de mediante fuentes digitales no verificadas”. Esta crítica directa de la comunidad científica reforzó el argumento de que la avalancha tecnológica no estaba aportando las mejoras esperadas en resultados académicos.
- Caso de matemáticas y ciencias: Si bien el debate se centró en la lectura, se hicieron extensiones a otras áreas básicas. Algunos educadores señalaron que la resolución de problemas matemáticos en pantallas táctiles, o el uso de calculadoras digitales tempranas, podría estar afectando las destrezas aritméticas y de cálculo mental. No se presentaron datos públicos tan notorios como en lectura, pero el enfoque gubernamental de “volver a lo básico” incluye también reforzar la enseñanza tradicional de matemáticas sin tanta dependencia de apps o ayudas digitales.
- Críticas al enfoque tecnocéntrico: Especialistas en pedagogía advierten que el problema no es la tecnología en sí, sino cómo se usa. Fabio Tarasow, experto en educación y nuevas tecnologías, comentó que es equivocado plantear el problema como una dicotomía dispositivo digital vs. libro impreso. “Lo importante es qué tipo de actividades se propone a los alumnos. Podemos favorecer la comprensión lectora y el pensamiento crítico sea con libros o con pantallas –o, por el contrario, promover un aprendizaje memorístico e inútil con cualquiera de los dos soportes–. Todo depende de la propuesta didáctica”, señaló Tarasow. En esa línea, algunos docentes suecos subrayan que un dispositivo digital puede ser una potente herramienta cognitiva o una fuente de dispersión, según el diseño de la clase. No obstante, incluso estos expertos reconocen que la introducción masiva de pantallas sin una clara mejora pedagógica pudo haber distraído el foco de la enseñanza. El propio gobierno admitió que quizá se priorizó la idea de “modernizar” por encima de la evidencia sobre eficacia, algo que buscó corregir con la nueva orientación basada en evidencias científicas y resultados.
En resumen, la reversión sueca se apoyó en la percepción de que la digitalización no estaba rindiendo los frutos prometidos en aprendizaje, especialmente en comprensión lectora. Al contrario, se detectaron brechas y retrocesos que llevaron a replantear el equilibrio entre lo digital y lo analógico. Cabe resaltar que los responsables no abogan por eliminar del todo la tecnología, sino por “recolocarla en su justo lugar”, dando prioridad a las metodologías comprobadas (libros, papel, interacción humana) para las habilidades básicas, y usando recursos digitales solo donde aporten valor añadido comprobado.
Impacto en la salud mental de los estudiantes durante y después de la digitalización
Otro factor clave en el debate ha sido la salud mental y el bienestar de los alumnos. El periodo de hiper-digitalización coincidió con un aumento de preocupaciones sobre los efectos del tiempo de pantalla en niños y adolescentes, incluyendo problemas de sueño, ansiedad, atención y socialización. Estudios recientes –varios de ellos realizados en Suecia– arrojan luces sobre este impacto:



“Dygnshjul” (rueda del día) de Folkhälsomyndigheten
- Exceso de pantalla y depresión adolescente: En 2025, un amplio estudio del Instituto Karolinska, publicado en PLOS Global Public Health, advirtió que el uso intensivo de dispositivos electrónicos se asocia con mayores síntomas de depresión y trastornos del sueño en adolescentes, especialmente en mujeres. Aunque chicos y chicas encuestados declararon pasar un promedio similar de 3–4 horas diarias frente a pantallas (por encima del límite recomendado), “las chicas reportaron el doble de afectación emocional y peores indicadores de descanso nocturno”, indica el informe. La investigación, realizada con 4.810 estudiantes suecos de 12 a 16 años durante un año, encontró que un mayor tiempo de pantalla desplaza y reduce el sueño, alterando el ritmo circadiano (los adolescentes se acuestan más tarde de lo natural, un fenómeno de “desplazamiento del sueño”). Esa falta de sueño de calidad se correlacionó fuertemente con síntomas depresivos posteriores, sobre todo en chicas. De hecho, entre las adolescentes estudiadas, hasta “el 38–58% de futuros síntomas depresivos se explicaron porque inicialmente el tiempo de pantalla perturbó su sueño”, explicó Sebastian Hökby, investigador de Karolinska. En los varones también se halló asociación directa entre muchas horas de pantalla y mayores niveles de depresión al año siguiente (incluso independiente de problemas de sueño).
- Sueño insuficiente y fatiga académica: La evidencia es clara en vincular más pantalla con menos sueño. El estudio sueco mostró que los adolescentes con uso intensivo de pantallas “dormían menos horas, tenían peor calidad de sueño y se acostaban más tarde” regularmente. Esta deuda de sueño se manifestaba especialmente los lunes (indicando desajuste tras los fines de semana). La falta crónica de descanso no solo afecta el estado de ánimo, sino también el rendimiento cognitivo en el aula (dificultad para concentrarse, fatiga diurna). No es casual que autoridades educativas reportaran más estudiantes somnolientos o desconectados en clase durante los años de mayor digitalización. La Agencia de Salud Pública de Suecia (Folkhälsomyndigheten) emitió en 2024 nuevas guías recomendando que los jóvenes de 13 a 18 años limiten su uso recreativo de pantallas a 2–3 horas diarias para proteger su sueño y salud mental. Sin embargo, la realidad observada es que muchos sobrepasan ese umbral (en Estocolmo, los alumnos de secundaria pasaban de media 3–4 h en pantallas solo en su tiempo libre diario).
- Relaciones sociales y desarrollo emocional: Los menores de edad, especialmente en primaria, necesitan interacción cara a cara para desarrollar habilidades sociales y emocionales. Al introducir tabletas desde preescolar, algunos psicólogos alertaron que se podía “robar tiempo” a actividades fundamentales como el juego compartido, la conversación o la exploración sensorial, afectando la capacidad de los niños para relacionarse y manejar emociones. De hecho, el gobierno sueco citó que “entornos libres de pantallas crean mejores condiciones para que los niños desarrollen relaciones y se concentren”. En otras palabras, reducir la estimulación digital en los más pequeños favorece su desarrollo socioemocional natural. Si bien estos efectos son más difíciles de cuantificar, formaron parte del razonamiento para una vuelta a métodos más tradicionales en la primera infancia.
- Sedentarismo y salud física: La digitalización también trajo aparejada una preocupación por el sedentarismo infantil. El tiempo prolongado frente a computadores o tabletas suele desplazar la actividad física. La OMS ya advertía en 2019 que el exceso de pantalla en niños pequeños contribuye al sedentarismo y puede tener consecuencias negativas a largo plazo (obesidad, dificultades motrices). Suecia, un país que valora la actividad al aire libre, vio incoherencias entre promover hábitos saludables y tener a niños de 4-5 años sentados con iPads. La reversión digital incluyó por ello el mensaje de “menos pantallas y más movimiento” en las escuelas.
- Adicción digital y bienestar psicológico: Diversos profesionales de salud mental en Suecia y otros países nórdicos empezaron a reportar síntomas de uso problemático de tecnología en estudiantes: ansiedad si se les retiraba el dispositivo, incapacidad de desconexión, e incluso signos de adicción a juegos o redes. Un artículo de la asociación Elevhälsan (salud escolar) remarcó el “aumento alarmante de la adicción comportamental entre los jóvenes” vinculado a pantallas, que puede afectar su rendimiento y salud. Aunque el término “adicción a la pantalla” es debatido, sí hay consenso en que regular el tiempo digital es necesario. Los propios adolescentes suecos, en encuestas cualitativas, reconocieron que su vida en línea influye en su estado de ánimo de formas tanto positivas como negativas, y pidieron mayor orientación de padres y educadores para gestionarla saludablemente.
En definitiva, la salud mental fue un factor de peso en el “giro analógico”. Los hallazgos científicos convergen: “menos tiempo frente a la pantalla parece más saludable”, concluye el estudio de Karolinska, añadiendo que reducir la exposición digital probablemente “disminuiría la elevada carga de estados depresivos” entre la juventud. Esta evidencia respaldó la decisión política sueca de retrasar la introducción de pantallas en la vida escolar y de revalorizar estrategias educativas que, además de conocimientos, promuevan un entorno equilibrado para el bienestar mental y físico de los alumnos.
Cabe mencionar que los expertos también aconsejan cautela: el estudio sueco de 2025 muestra correlación más que causalidad directa. No todos los problemas de salud mental en la era digital pueden achacarse a la escuela digitalizada (influyen múltiples factores). Sin embargo, sí justifica tomar medidas preventivas en el ámbito escolar, como limitar las pantallas durante la jornada académica, fijar lineamientos de uso de móviles (varios municipios suecos ya prohíben los teléfonos en clases) y educar en higiene digital. La vuelta parcial al papel se alinea con ese enfoque de precaución y promoción de entornos escolares más saludables.
Perspectivas de futuro y lecciones aprendidas
El caso de Suecia ha reabierto un debate global sobre el rol adecuado de la tecnología en la educación. Tras esta corrección de rumbo, las perspectivas a futuro apuntan a un modelo más equilibrado y basado en evidencia:
- Híbrido consciente: Lejos de demonizar la tecnología, Suecia parece dirigirse hacia un modelo híbrido moderado. El gobierno ha dejado claro que no se trata de eliminar la competencia digital de los niños –que sigue siendo importante para la sociedad contemporánea–, sino de introducirla de forma mesurada y a la edad apropiada. Lotta Edholm subrayó que no niegan la necesidad de aprender habilidades digitales, sino que “no van a invertir más en tecnología [por ahora] y ponen el énfasis en el papel” para los primeros años. Así, es previsible que las pantallas permanezcan fuera de preescolar, tengan un uso limitado en primaria enfocado solo a contenidos con valor añadido (por ejemplo, software interactivo en matemáticas complementando el libro, no reemplazándolo), y que se vayan incorporando más en secundaria donde realmente aporten (laboratorios virtuales, investigación, codificación, etc.). En resumen, el futuro pasaría por “lo digital como complemento, no como sustituto”.
- Refuerzo de lo básico: Los próximos años en Suecia estarán marcados por una vuelta a las bases educativas: impulso vigoroso a la lectura comprensiva, a la escritura a mano, al cálculo sin asistencia. El gobierno ya financió la reposición de bibliotecas escolares y materiales impresos de calidad, así como programas lectores especiales. También se incluyeron fondos para desarrollo del lenguaje (apoyo a niños con dificultades) y se elaboraron listas de lectura recomendada (literatura sueca e internacional) para escuelas. Estas iniciativas buscan sanar la “herida” que dejó la etapa hiperdigital: la caída del hábito lector y cierta superficialidad en el aprendizaje. Si tienen éxito, se espera que en próximas evaluaciones (PIRLS 2026, PISA, etc.) Suecia muestre mejoras en comprensión lectora y rendimiento general, validando la decisión tomada.

- Monitorización y evidencia continua: Suecia se posiciona ahora casi como un laboratorio inverso: después de digitalizar y revertir, el mundo educativo observará de cerca sus resultados. Las autoridades suecas han indicado que darán seguimiento científico al impacto de las medidas. Por ejemplo, se evaluará si los alumnos con más libros de texto mejoran su desempeño en comparación con la cohorte anterior que usó mayormente pantallas. También universidades podrían investigar cambios en la atención o motivación de los estudiantes tras este giro. Esta actitud de policy driven by evidence (política guiada por evidencia) implica que el país podría ajustar de nuevo sus estrategias en el futuro según los datos que se obtengan. Si, por ejemplo, ciertos recursos digitales bien diseñados demuestran eficacia en determinada área, Suecia podría reincorporarlos cuidadosamente. La diferencia es que ahora existe una mayor cautela y exigencia de pruebas antes de adoptar tecnología educativa a gran escala.
- Influencia internacional y debate global: La decisión sueca, viniendo de un país con fama de avanzado y tecnológicamente progresista, ha generado eco mundial. Otros sistemas educativos están reflexionando sobre su propia dependencia digital. La UNESCO, en su informe de 2023, hizo una “llamada urgente a un uso apropiado de la tecnología en la educación”, instando a nunca reemplazar la instrucción presencial guiada por docentes. Suecia parece haberse alineado con esa recomendación. Países como Polonia, en contraste, están repartiendo laptops a alumnos (a partir de 4.º grado) para impulsar la competencia digital, y muchos otros combinan libros y tablets. La experiencia sueca servirá de advertencia: como tituló un medio, “Suecia regresa a los libros impresos es una advertencia para otros países que adoptaron estrategias similares”. Probablemente veremos más estudios comparativos entre enfoques high-tech vs low-tech en educación. La conclusión emergente podría ser que ni todo analógico es bueno por ser tradicional, ni todo digital es bueno por ser moderno – se trata de hallar el equilibrio óptimo.
- Adopción de una postura crítica hacia la edtech: Por último, a nivel cultural, en Suecia ha calado la idea de ser más críticos con las promesas de la industria de tecnología educativa (EdTech). Durante años, empresas ofrecieron plataformas y gadgets bajo la premisa de “revolucionar” el aprendizaje. Ahora, con el aval incluso de académicos, Suecia cuestiona esa narrativa. “No todo lo que parece innovador es necesariamente mejor”, escribió una comentarista, recordando que la educación debe basarse en evidencia y en “lo que realmente funciona”, no en modas. Esta perspectiva seguramente perdurará: las escuelas suecas en el futuro evaluarán con más rigor cualquier nueva herramienta digital antes de adoptarla, pidiendo pruebas de impacto positivo y alineándola con objetivos pedagógicos claros.
En conclusión, la trayectoria de Suecia en digitalización educativa ha transitado del optimismo tecnológico absoluto a un pragmatismo equilibrado. Las fechas clave, políticas y actores demuestran que la transformación fue profunda y a gran escala, pero también que supieron rectificar al detectar efectos no deseados. Las declaraciones oficiales –desde “ir de la pantalla al papel” hasta “más libros y menos pantallas”– reflejan una decisión política firme basada en razones pedagógicas y de salud pública. Expertos respaldan que el exceso tecnológico puede ser contraproducente para habilidades fundamentales, y saludan el retorno a métodos probados sin por ello renegar de la innovación. Por otro lado, estudios sobre salud mental aportan una dimensión urgente: cuidar el equilibrio digital es también cuidar la mente y el desarrollo integral de los estudiantes.
El “giro sueco” nos enseña que la educación digital no es un fin en sí mismo, sino un medio al servicio del aprendizaje. Como toda herramienta, su valor depende del cómo, cuándo y para qué se use. Suecia optó por recalibrar esa balanza a favor de lo analógico en la etapa inicial, buscando cimentar bases sólidas (lectura, atención, bienestar) sobre las cuales la competencia digital podrá florecer más adelante de forma saludable. Otros países, incluidos los hispanohablantes, observan con interés este precedente para tomar sus propias decisiones informadas. Al final, el caso sueco reafirma un principio fundamental: en educación, la tecnología nunca debe desplazar la esencia humana del proceso de enseñanza-aprendizaje, sino potenciarla sin jamás sustituirla.