El depósito de envases en Suecia: así funciona su exitoso sistema de reciclaje

En septiembre de 2025 entró en vigor en Suecia un aumento del depósito para los envases de bebidas, duplicando su valor por unidad. La empresa Returpack (operadora del sistema sueco de Depósito, Devolución y Retorno, conocido como pant) incrementó el depósito de 1 a 2 coronas suecas para las latas de aluminio y las botellas pequeñas de PET, y de 2 a 3 coronas para las botellas grandes de PET. Este ajuste busca dar un nuevo impulso a un sistema de reciclaje ya muy consolidado: solo en 2024 se recuperaron más de 2.800 millones de envases de bebidas (unos 271 envases por habitante), lo que supone una tasa de retorno del 87,6%, rozando el objetivo del 90% que se ha marcado el país. A continuación, exploramos los orígenes de este modelo pionero, su funcionamiento actual (tipos de envases incluidos, mecanismos de depósito y devolución, tasas de reciclaje), el papel de las máquinas de reciclaje, los resultados y beneficios obtenidos tras décadas de uso, y una comparación con la situación en España.

Orígenes del sistema de reciclaje de envases en Suecia
El sistema moderno de depósito y retorno de envases (SDDR) tiene su origen en Suecia, donde se puso en marcha en 1984. La razón fundamental de su creación fue un cambio en el mercado de bebidas de la época: las cervezas y refrescos pasaron de venderse principalmente en botellas de vidrio reutilizables a hacerlo en latas de un solo uso, sin que existiera un sistema eficiente para reciclar estos envases desechables. Ante el riesgo de que las nuevas latas de aluminio acabaran como basura dispersa en el medio ambiente, autoridades, productores de bebidas y minoristas alcanzaron un acuerdo para implantar un sistema de depósito obligatorio que incentivara a los consumidores a devolver los envases vacíos. De este modo, Suecia se convirtió en el primer país de Europa en introducir un SDDR legislado para envases de bebidas, inicialmente solo para las latas en la década de 1980. A comienzos de los 90 el sistema se amplió para incluir también las botellas de plástico PET, que empezaban a popularizarse como sustituto del vidrio en aguas y refrescos.
Es importante señalar que Suecia ya contaba antes con depósitos en algunos envases reutilizables (por ejemplo, botellas de vidrio retornables), pero el SDDR de 1984 inauguró el modelo moderno de depósito para envases de un solo uso destinado a reciclaje, diferenciándose así del antiguo sistema de “devolver el casco” para rellenado. Este enfoque novedoso surgió una década antes de que la Unión Europea aprobara su primera Directiva de envases (1994), lo que demuestra el carácter precursor de Suecia en política de residuos. La iniciativa sueca sentó un precedente que luego inspiró a otros países nórdicos a implantar sistemas similares en los años posteriores.
¿Cómo funciona el sistema sueco actualmente?
Envases cubiertos y depósito: En la actualidad, el SDDR sueco abarca la gran mayoría de envases de bebidas de un solo uso, excluyendo solo algunas categorías como los lácteos, vinos y licores. En la práctica, todas las latas de aluminio de bebidas (cerveza, refrescos, etc.) y todas las botellas de plástico PET (agua, refrescos, zumos, etc., hasta 3 litros de capacidad) forman parte del sistema de depósito. Cada uno de estos envases lleva impreso en su etiqueta el símbolo y valor del depósito correspondiente. Tras la actualización de 2025, el depósito estándar es de 2 SEK (aprox. 0,17 €) por unidad para latas y botellas pequeñas (≲1 litro), y de 3 SEK (0,26 €) para botellas grandes (>1 litro). Este importe se cobra al consumidor cuando compra la bebida y actúa como fianza: será reembolsado íntegramente cuando devuelva el envase vacío.

Mecánica de depósito y devolución: Como describe el Ministerio español para la Transición Ecológica, un sistema de depósito, devolución y retorno implica que “el consumidor debe abonar un depósito al comprar un producto envasado, que le será reembolsado cuando devuelva el envase vacío”. En Suecia, este proceso se desarrolla de manera muy sencilla para el usuario común. Paso a paso, así es la experiencia típica:
- Compra: Al adquirir una bebida (p. ej., una lata de refresco), el consumidor paga el precio del producto más el depósito indicado (por ejemplo, 2 coronas suecas adicionales por el envase). El ticket de compra detalla este depósito por envase.
- Consumo y retorno: Una vez consumida la bebida, el consumidor lleva el envase vacío a un punto de devolución. Estos puntos suelen ser máquinas automáticas de reciclaje (reverse vending machines) ubicadas en supermercados, tiendas de alimentación, gasolineras u otros lugares convenientes.
- Entrega en máquina: El consumidor introduce cada lata o botella en la máquina a través de una boca receptora. La máquina identifica el envase (leyendo el código de barras o las características del recipiente para verificar que forma parte del sistema) y lo clasifica/almacena internamente. Inmediatamente después, la máquina registra el depósito correspondiente (2 o 3 SEK según el tipo de envase).
- Recompensa: Al terminar de devolver todos sus envases, el usuario pulsa un botón y la máquina emite un cupón o vale por el total acumulado de depósitos. Este cupón puede canjearse en la caja del establecimiento como descuento en la compra, o bien el consumidor puede optar por recibir el efectivo. (Algunas máquinas ofrecen la opción de donar el importe a causas benéficas, algo que muchos suecos aprovechan en campañas solidarias.)
Procedimiento de reciclaje en una máquina automática. Vídeo. Daniel Aragay
Este procedimiento, conocido localmente como “pantar” envases (de pant, “depósito” en sueco), se ha vuelto parte de la rutina cotidiana. Prácticamente todos los supermercados de Suecia cuentan con máquinas de devolución automática, lo que hace muy accesible el reciclaje para el ciudadano medio. Estas máquinas compactadoras reconocen al momento el tipo de envase y recompensan al usuario con el cupón correspondiente, que suele gastarse allí mismo en las compras del día. Gracias a esta amplia red (más de 4.000 máquinas instaladas en todo el país), devolver las latas y botellas vacías es tan habitual como comprar el pan, y se realiza normalmente en la misma visita semanal al supermercado.
Detalle a cámara lenta del funcionamiento de una máquina de devolución. Vídeo. Daniel Aragay
Tasas de devolución y reciclaje: El sistema ha logrado desde sus inicios tasas de recuperación muy altas en comparación con otros métodos de recogida selectiva. En años recientes, Suecia ronda casi el 90% de retorno de los envases sujetos a depósito. En 2023 la tasa de devolución alcanzó el 88,5%, y en 2024 fue del 87,6% (ligeramente menor debido en parte al aumento del consumo transfronterizo y a que los jóvenes retornan menos envases que los mayores). Esto significa que solo alrededor de 1 de cada 8 botellas o latas no llega a reciclarse mediante el sistema de depósito. Las autoridades y Returpack persiguen el objetivo del 90% sostenido, e incluso aspirar a cuotas superiores en el futuro. Para dar ese empujón adicional es que se decidió incrementar el importe del depósito en 2025, con la expectativa de que un incentivo económico mayor motive a recuperar hasta el último envase suelto. Cabe señalar que una fracción de los envases no devueltos corresponde a unidades que salen del circuito por turismo o compras en la frontera (no retornando al país); el resto, simplemente acaba en la basura general o disperso, algo que el sistema intenta minimizar al máximo.
Las máquinas de reciclaje: operación y experiencia del usuario
Las máquinas de devolución de envases son un pilar fundamental del sistema sueco. ¿Cómo operan exactamente? Al introducir un envase vacío, la máquina verifica que pertenezca al sistema (cada envase aprobado lleva un código identificador y un tipo de material específico). Inmediatamente, clasifica el envase según su material (aluminio o PET) y lo compacta: las latas se aplastan y las botellas de PET se trituran o prensan, reduciendo su volumen. Esto permite que la máquina almacene una gran cantidad de unidades. Periódicamente, Returpack recoge los materiales acumulados para su transporte a plantas de reciclaje. El diseño automatizado evita fraudes (no acepta envases no registrados ni con código ilegible) y asegura un alto grado de pureza en la separación de materiales.
En cuanto a la ubicación, estas máquinas se encuentran típicamente en la entrada o área de servicio de supermercados y hipermercados (ICA, Coop, Willy:s, Hemköp, Lidl, etc.), así como en muchas tiendas de barrio, gasolineras y centros de reciclaje municipales. Adicionalmente, existen máquinas de “alimentación a granel” en centros de acopio mayores, donde se pueden verter sacos enteros de envases (usadas por quienes recolectan grandes cantidades, como organizadores de eventos). También hay servicios móviles de recogida para restaurantes, oficinas y otros grandes generadores de envases, asegurando que incluso fuera del hogar los envases retornables sean recuperados.
La experiencia de usuario es altamente valorada: las encuestas muestran que los suecos confían en el sistema y lo encuentran cómodo. Muchos asocian devolver los envases con “hacer lo correcto” por el medio ambiente, más allá de la pequeña recompensa monetaria. De hecho, un 85% de los encuestados reconoce que el impacto positivo en el medio ambiente es su principal motivación para usar el sistema. El depósito en sí mismo actúa como un recordatorio tangible del valor del envase vacío. Es común ver a niños y jóvenes devolviendo botellas para ganar unas coronas, o a organizaciones benéficas recolectando envases para financiar causas sociales. En palabras de los responsables del programa, “reciclar botellas y latas es la acción climática más pequeña de Suecia, porque todo el mundo puede contribuir simplemente devolviendo sus envases en lugar de tirarlos”. Esta mentalidad está muy arraigada: gracias al pant, es raro encontrar latas o botellas abandonadas en calles, parques o playas suecas – si alguien las ve, las recoge, ya que literalmente “valen dinero”. El resultado es un entorno más limpio y una ciudadanía concienciada desde temprana edad sobre la reutilización de recursos.
Resultados y beneficios del sistema sueco
Tras cuatro décadas en funcionamiento, el sistema sueco de depósito y reciclaje de envases ha demostrado numerosos beneficios ambientales, económicos y sociales:
- Altas tasas de reciclaje y menos residuos: Como vimos, Suecia recupera cerca del 90% de todos los envases de bebidas de un solo uso puestos en el mercado. Gracias a ello, la basura dispersa (littering) de latas y botellas se ha reducido drásticamente, prácticamente eliminando este tipo de desecho en el país. Cada sueco devuelve centenares de envases al año en promedio (271 en 2024) en lugar de tirarlos, lo que se traduce en menos residuos en vertederos o incineradoras. Además, el sistema de depósito actúa como circuito cerrado de reciclaje de alta calidad: las botellas de PET y latas de aluminio recogidas se transforman en nuevas botellas y latas, una y otra vez, en lugar de reciclarse de forma degrada en productos de menor valor. Este reciclaje circular mantiene los materiales valiosos en uso continuo para su propósito original, logrando una verdadera economía circular de envases.
- Ahorro de recursos naturales y energía: Al reutilizar el material de envases ya existentes, se reduce la necesidad de materias primas vírgenes como aluminio nuevo (bauxita) o plástico de primera elaboración (petróleo). Fabricar una lata o botella a partir de material reciclado consume mucha menos energía que producirla desde cero. En 2024, el SDDR sueco evitó la emisión de más de 180.000 toneladas de CO₂ (equivalente a las emisiones anuales de una ciudad mediana), gracias al menor consumo energético y a la reducción de procesos extractivos y productivos de materia virgen. Dicho de otro modo, reciclar las 2.800 millones de unidades recuperadas supuso un enorme ahorro de carbono y contribuyó a las metas climáticas del país. También se estima que el depósito ahorra cada año una cantidad significativa de energía a nivel nacional, al aprovechar aluminio y plástico reciclado en la fabricación de nuevos envases en vez de materia prima nueva.
- Impacto económico positivo y empleo: El sistema Returpack/Pantamera funciona en régimen de responsabilidad ampliada del productor (siguiendo la legislación sueca de envases de 2022). Está financiado conjuntamente por los fabricantes de bebidas, los minoristas y los propios consumidores (a través de los depósitos que pagan y recuperan), sin requerir fondos públicos para su operación diaria. Los envases no devueltos (ese ~10% que falta) generan depósitos no reclamados que se reinvierten en el sistema, ayudando a costear la logística y las campañas de sensibilización. Además, la cadena de reciclaje crea empleos en la recolección, transporte, clasificación y procesamiento de materiales. Suecia ha desarrollado toda una industria en torno al reciclaje de alta calidad, generando innovación y know-how exportable. Por otro lado, la materia prima reciclada resultante (aluminio reciclado, resina PET reciclada) tiene un valor en el mercado y es reutilizada por los propios productores de bebidas para fabricar nuevas latas y botellas. De hecho, la normativa sueca ya exige que todas las botellas de PET nuevas contengan al menos un 25% de plástico reciclado (subiendo al 30% en 2030), algo que es viable gracias al flujo constante de material recuperado de alta pureza que garantiza el SDDR.
- Compromiso ciudadano y sensibilización: El sistema de depósito en Suecia goza de una gran aceptación social. Esta concienciación masiva no solo mantiene altas las tasas de participación en el programa, sino que se traduce en una cultura general de reciclaje y menor desperdicio. Desde la escuela se educa a los niños en la importancia de reciclar (muchos colegios organizan colectas de envases), y existe incluso una campaña mediática de larga duración llamada “Pantamera” (que significa “devuelve más”) con canciones pegadizas, anuncios y eventos que han logrado que la idea del depósito se integre en la identidad ecológica sueca. En lo social, el sistema también genera pequeñas pero significativas dinámicas: por ejemplo, grupos scouts u organizaciones juveniles recogen envases en eventos para financiarse, y personas en situación vulnerable pueden obtener ingresos adicionales recolectando envases vacíos en espacios públicos. En conjunto, el SDDR ha contribuido a que Suecia tenga una de las tasas de reciclaje de residuos más altas del mundo y que la sostenibilidad sea un valor compartido ampliamente por sus habitantes.
El grupo sueco E-Type haciendo la campaña de Pantamera de 2025
Lista de reproducción de los vídeos musicales que se han realizado para Pantamera: https://www.youtube.com/watch?v=h80HJFoeRVU&list=PL_WzHQmqpa9vSSjgtqNQaYWjLjepZUUtN
En vista de estos resultados, no es de extrañar que Suecia sea considerada un modelo a seguir en gestión de envases. Sus “altas tasas de devolución y estricto control de calidad” lo convierten en un referente para otros países que buscan mejorar sus infraestructuras de reciclaje y minimizar residuos. De hecho, numerosos países han enviado delegaciones a estudiar el sistema sueco, y sus prácticas han influido en el diseño de programas de depósito en Europa, América y otras regiones.
Comparación con el reciclaje de envases en España
En España, el reciclaje de envases de bebidas ha seguido hasta ahora un enfoque diferente al sueco. Desde finales del siglo XX, la gestión principal ha recaído en sistemas de recogida selectiva municipal a través de contenedores (el contenedor amarillo para envases de plástico, latas y briks, y el iglú verde para vidrio, gestionados por el lobby formado por Ecoembes y Ecovidrio respectivamente). Aunque este modelo ha permitido reciclar una parte de los residuos de envases, los resultados están lejos de los alcanzados en Suecia. En particular, la tasa de recogida de botellas de plástico de un solo uso en España fue de apenas 41,3% en 2023, muy por debajo del objetivo legal del 70% fijado para ese año. Esto implica que casi 60% de las botellas quedaron fuera del circuito de reciclaje, terminando en vertederos, incineradas o dispersas como basura. Consecuentemente, España arriesga incumplir la Directiva (UE) 2019/904 sobre plásticos de un solo uso, que exige alcanzar un 90% de recogida de botellas de plástico para 2029.
Ante esta situación, el Gobierno español anunció a finales de 2024 la implantación de un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno para las botellas de plástico de un solo uso en todo el territorio nacional. Según el Ministerio para la Transición Ecológica, en un plazo de dos años (hacia 2026) se pondrá en marcha un SDDR similar al de Suecia para mejorar la recogida de estos envases. El funcionamiento será análogo: el consumidor pagará un pequeño depósito al comprar la bebida, que recuperará al devolver la botella vacía en máquinas o puntos habilitados. Esta decisión se activó al constatar el incumplimiento de los objetivos de recogida selectiva en 2023, y supone un cambio de rumbo importante en la gestión de residuos en España, que hasta ahora no había contado con un sistema de depósito para envases de un solo uso (el último antecedente fueron las antiguas botellas retornables de vidrio, eliminadas progresivamente en las décadas pasadas).
La diferencia en cifras entre ambos países es notable: mientras Suecia recupera cerca del 88-90% de sus latas y botellas cada año en España se venía recuperando apenas el 40-50% de los envases de bebidas por las vías convencionales. Países con SDDR establecido (como Suecia, Alemania, Noruega, etc.) logran en promedio tasas de retorno de más del 90%, frente a cifras alrededor del 50% en sistemas solo con contenedores. Esta brecha de rendimiento ha llevado a que la Comisión Europea y numerosos expertos promuevan la adopción de depósitos como complemento a los esquemas de reciclaje. De hecho, la normativa comunitaria indica que será muy difícil alcanzar el 90% de recogida de botellas plásticas sin implementar sistemas de depósito.
España, con la introducción de su SDDR para botellas de plástico, se sumará finalmente a una tendencia europea imparable. Entre 2023 y 2025 varios países de la UE han lanzado o anunciado sistemas de depósito: Portugal prepara el suyo —será el primero del sur de Europa—, y otros como Rumanía, Irlanda o Austria tienen planes en marcha antes de 2025. Incluso en regiones donde tradicionalmente no existía esta práctica se está cambiando de rumbo ante la evidencia de sus beneficios. En España, sin embargo, el debate se alargó artificialmente durante más de una década. Actores como Ecoembes —respaldado por grandes cadenas como Mercadona y otros distribuidores— desplegaron campañas de desinformación contra el SDDR, difundiendo mensajes alarmistas sobre supuestos sobrecostes, incomodidades y efectos negativos que no se corresponden con la realidad de los países que lo aplican con éxito desde hace años. Este lobby retrasó la implantación de un sistema que la UE lleva tiempo recomendando y que los consumidores reclaman, pero finalmente la combinación de la presión comunitaria, la evidencia internacional y el clamor social por soluciones reales al problema de los envases ha terminado por inclinar la balanza hacia su adopción.
En resumen, el modelo sueco de reciclaje de envases –basado en el depósito y retorno– se ha consolidado como un referente global por su eficacia y simplicidad. Sus 40 años de rodaje han demostrado que es posible involucrar a consumidores, industria y comercios en una cadena circular virtuosa, obteniendo altas tasas de reciclaje, menos residuos abandonados, ahorro de recursos y una ciudadanía concienciada. La reciente decisión de Suecia de duplicar el depósito por envase subraya su compromiso de seguir mejorando y alcanzar cuotas aún mayores de recuperación. Para países como España, que encaran el desafío de incrementar significativamente sus índices de reciclaje, el ejemplo sueco ofrece valiosas lecciones. Implementar un SDDR no solo podría elevar las tasas de retorno de envases (acercándolas al 90% o más), sino también fomentar una cultura más activa de reciclaje y responsabilidad ambiental. En última instancia, el éxito del sistema sueco radica en un principio sencillo pero poderoso: reconocer que incluso el gesto más pequeño –devolver una lata o botella– puede marcar una gran diferencia para el planeta.